Victoria Simón, 2006

Qué sucede cuando cerramos los ojos?
por: Victoria Simon por video Post-imágenes para muestra Ejercicios de Memoria, UNTREF, 2006


Post-imágenes[1] se interroga acerca de la experiencia de permanecer con los ojos vendados, metáfora de la voluntad de no mirar que caracterizó a gran parte de la sociedad argentina en las últimas décadas del siglo XX.

Trampas de la permanencia retiniana, dice el subtítulo del video, porque con los ojos tapados, la percepción viene de los otros sentidos, proporcionando la vista sólo “vagos estímulos lumínicos, post-imágenes, pulsaciones de colores indefinibles, fosforescentes aberraciones cromáticas como las que percibimos luego de cierto tiempo en una habitación a oscuras”.[2]

Pero cuál es realmente la trampa de las manchas de luz que permanecen en nuestra retina? El engaño es aquello que vemos con los ojos cerrados y “no está”, o se encuentra más intrínsecamente implicado en nuestro modo de ver? No vemos acaso aquello que creemos ver? Y lo que dejamos de ver al cerrar los ojos, no nos mira a su vez desde algún lugar?

Post-imágenes comienza con un plano del río un día luminoso. El agua, en su fluir, nos involucra en un juego rítmico de flujo y reflujo, presencia y ausencia, tracción y retracción, que marca también el pulso de las imágenes que seguirán en el video. Ellas se acercan, se desdoblan, se interceptan, se alejan y se deforman hasta por momentos parecer borrar su referente.

Al taparnos los ojos perdemos la visibilidad, pero las imágenes de la pérdida, las imágenes sostenidas por la pérdida, reaparecen inevitablemente.

Como si el agua, las olas que llegan y se retiran, tuvieran el poder de traer no sólo cuerpos, sino imágenes ahogadas para volvérselas a llevar y restituirnos luego otras, siempre de forma momentánea, abierta. Un movimiento, siguiendo a Walter Benjamin, dialéctico, porque las imágenes dialécticas eran para él las imágenes críticas, capaces de criticar la imagen y nuestra manera de verlas. Un movimiento que crea una forma que no nos contiene sino que nos deja desguarnecidos.

La ilusión de tener que implica muchas veces mirar algo se desvanece en la ceguera. Con los ojos cerrados las imágenes se vuelven inasibles, inestables, apenas se sostienen mantenidas en una doble distancia de aproximación y huída. Como el sonido, las imágenes del video de Ricardo Pons son reverberantes. Producen una vibración que nos sumerge en un estado de inquietud extraña. La inquietante extrañeza planteada por Freud es justamente una trama de espacio y tiempo donde algo extraño sale de la sombra, conservando intensamente la huella de su familiaridad. Aquello que miramos manifiesta su poder sobre nosotros y nos perturba.

El acto de taparse los ojos entonces podría tener otro sentido. Cerramos los ojos para ver, cuando mirar nos remite a un espacio profundo que nos constituye y que nos está mirando.  Cuando asumimos el riesgo de dejar de ver como de costumbre para permitir que las imágenes a su vez nos miren y nos revelen algo más.

Gente que corre, la repetición y superposición de los movimientos, su detención. Manchas rojas que apenas llegan a formarse en sirenas de policía. El rostro desesperado de una mujer que de a poco y por el efecto de su acercamiento y recorte, se va transformando en sombras azules.

Post-imágenes nos tapa los ojos, nos propone mirar hacia la oscuridad y exponernos allí a ser mirados por las figuras que ese abismo nos trae. Inquieta nuestra visión y produce poéticamente un espacio para el pensamiento y el despliegue de ciertas preguntas. Cuáles son las imágenes que permanecen aún como manchas indiscernibles en nuestros ojos? Cómo se estructura nuestra relación con los recuerdos? De qué modo producimos la historia, la memoria? Qué surge en el espacio abierto entre quien mira y el objeto de su visión?

Ricardo Pons plantea también en su video lo que de otra forma afirma G. Didi-Huberman en su libro: “Todo ojo lleva consigo su mancha, además de las informaciones de las que en un momento podría creerse el poseedor.”[3]

Manchas, ritmos, vacíos que inquietan nuestra certidumbre de lo visual, nos ubican entre lo que se lleva el agua y lo que trae, en su contradicción y difícil comprensión, donde el sentido no es pleno sino abierto.

Las obras de arte, aún aquellas no tangibles, nos llevan a experimentar cierto volumen o mejor dicho, la densidad de una forma. Tal vez como los sueños o pesadillas, nos proponen imágenes que no solamente podemos mirar, sino que se estructuran, diría Didi-Huberman “como un umbral”. “Un marco de puerta abierta, por ejemplo. Una trama singular de espacio abierto y cerrado al mismo tiempo. Una brecha en una pared, o un desgarramiento, pero obrado, construido, como si hiciera falta un arquitecto o un escultor para dar forma a nuestras heridas más íntimas.”[4]

Post-imágenes se estructura sobre el juego de presentar una obra visual que niega momentáneamente la visibilidad. Pero lo realiza para instalarla como una apertura, una pregunta que no pretende iluminar con imágenes del pasado el presente ni encontrar en el relato de hoy una resolución del pasado, sino poner críticamente en evidencia su compleja relación. En el ir y venir de sus imágenes, entre ellas, surgirán probablemente otras asociadas, puertas que nos invitan a exponernos a la experiencia de mirar hacia dentro y a ser mirados por lo que hay del otro lado.



[1] Post-imágenes, video de Ricardo Pons realizado en 2006, expuesto en “Ejercicios de memoria”, Universidad Tres de Febrero, Pcia. De Bs.As, 2006.
[2] Pons, Ricardo, “Ejercicios de memoria”, catálogo, Universidad Tres de Febrero, Pcia. De Bs.As, 2006, pág. 22.
[3] Ibid. pág. 47.
[4] Ibid. Pág.169.